Desde hace unos años han ido sucediendo una serie de hechos de violencia a nivel local y mundial ( Caso Carmen de Patagones 2004, Rafael Calzada 2003, Ituzaingó Corrientes 2007, Columbine EEUU 1999, entre otros) todos ocurridos dentro del ámbito educativo, que por momentos parecen naturalizarse como fenómenos instalados, productos de un malestar generalizado. Lo que resulta llamativo y paradójico de estos hechos es que hayan sucedido en una de las principales instituciones socializadoras, la que ocupa la función de contener a niños y adolescentes: la institución escolar.
La violencia escolar se presenta como una problemática sensible a la mirada social, requiriendo respuestas inmediatas, y a la vez se constituye como una manifestación compleja por el involucramiento de diversos agentes socializadores.
Consultando autores especialistas en la temática, encontramos que según la Dra. Hilda Marchiori (1998), el hecho de que este tipo de violencia se de en el ámbito escolar le otorga características particulares ya que el espacio de victimización es la propia escuela, lugar donde se desarrolla el proceso educativo y socializador. Por otro lado, los participantes de la violencia son alumnos, lo que constituye una línea muy delgada entre autores de los hechos y víctimas. Asimismo, el personal de la escuela al no controlar la violencia conduce a una permisividad y agravamiento de los comportamientos violentos.
En los últimos tiempos, es un hecho que la importancia del rol social del maestro no es lo suficientemente comprendido y apoyado en nuestra sociedad, y muchas veces se desvaloriza la figura del docente desde el propio discurso de los padres que envían a sus hijos a la escuela. Se suman a veces a esto actitudes negativas de los padres y su carencia de compromiso hacia la institución escolar.
Por otro lado, el ámbito escolar preocupado en una formación especializada y teórica, ha abandonado una educación general en la formación cimentada en los principios básicos de los derechos humanos, igualdad, respeto por las diferencias, etc. Del mismo modo, la infraestructura edilicia escolar deteriorada constituye un símbolo de desorganización y violencia, no favoreciendo la apropiación del espacio por parte de los alumnos y el cuidado que la institución escolar debería promover.
En este contexto, es necesario describir lo que consideramos por bullying, palabra que se cita muchas veces sin saber específicamente de que se trata.
Bullying es un término inglés que deriva de bull (matón). El bullying es un concepto que se refiere a un tipo específico de violencia escolar, aquella que se da entre pares. La violencia escolar en sí es un problema más amplio ya que abarca diversas manifestaciones (violencia hacia el edificio escolar, de maestros hacia alumnos y de éstos hacia los maestros, etcétera), siendo el bullying una de ellas.
Si pudiésemos emparentar dentro de nuestro idioma al término inglés, nos encontraríamos con la palabra “hostigamiento”. ¿Cómo se hace presente este fenómeno en la realidad escolar? A través de conductas de diversa naturaleza, tales como burlas, amenazas, agresiones físicas, aislamiento sistemático, insultos, entre otras conductas caracterizadas por un abuso de poder por un niño o adolescente, que generalmente es apoyado por un grupo, contra una víctima indefensa, vulnerable. Esta condición se mantiene o repite durante un tiempo prolongado por la ignorancia o pasividad de las personas que rodean estas situaciones. En el sujeto que es blanco de estas agresiones las consecuencias de este hostigamiento traen de la mano dificultades en el proceso de aprendizaje, ausencias acusadas a las jornadas escolares, estrés, angustia, ansiedad, angustia y en algunas ocasiones más extremas y graves el suicidio.
Es así como este flagelo se presentifica actualmente en las escuelas de nuestro medio como un tipo de acoso escolar, interponiéndose en el desarrollo de la convivencia, dejando efectos nocivos tanto para los implicados directos en estos sucesos como para la comunidad educativa en su conjunto.
Si bien la violencia es un hecho que ha existido desde los comienzos de la humanidad, reajustándose a las particularidades de los diferentes medios sociales, no deja de presentarse como un objeto al cuál dirigir la mirada a manera de buscar alternativas de prevención y tratamiento, y más aún en los ámbitos educativos, privilegiando entonces no sólo la formación teórica, sino también la formación en valores y el respeto por la diversidad y la dignidad humana.
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